Albert Camus

(1913-1960) Escritor francés.

Frases célebres

Algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio.

No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo.

Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mi es la soledad infinita.

El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo.

Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría.

La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas.

El hombre tiene dos caras: no puede amar sin amarse.

Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.

La estupidez insiste siempre.

He comprendido que hay dos verdades, una de las cuales jamás debe ser dicha.

Los artistas piensan según las palabras y, los filósofos, según las ideas.

Dos hombres traicionados por la misma mujer son algo parientes.

A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la historia de la libertad.

Inocente es quien no necesita explicarse.

Al principio de las plagas, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. [..] Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad, es decir, al silencio.

El gran Cartago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa.

Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo.

Si el mundo fuera claro, el arte no existiría.

La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación.

Es falso, lo sé por mí mismo, que el amor ciegue. Al contrario: hace perceptible lo que, sin él, no llegaría a la existencia y que, sin embargo, es lo más real en este mundo: el dolor de la persona que amamos.

Que sensación tan buena y tan profunda esta de ir poco a poco desprendiéndose de todo y todos los que nada merecen.

El secreto de mi universo es sólo imaginar a Dios sin la inmortalidad del hombre.

¡Quién necesita piedad, sino aquellos que no tienen compasión de nadie!

Darse no tiene sentido más que si uno se posee.