Camilo José Cela

(1916-2002) Escritor español. (Premio Nobel de literatura)

Frases célebres

No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.

La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir.

La muerte llama, uno a uno, a todos los hombres y a las mujeres todas, sin olvidarse de uno solo -¡Dios, qué fatal memoria!-, y los que por ahora vamos librando, saltando de bache en bache como mariposas o gacelas, jamás llegamos a creer que fuera con nosotros, algún día, su cruel designio.

La duda, esa vaga nubecilla que, a veces, habita los cerebros, también puede entenderse como un regalo. Y no es -lo que queda dicho- una aseveración, ya que, sobre ella, tengo también mis dudas.

Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera.

Lo malo de los que se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan ni una.

La filosofía del vagabundo se apoya en la no necesidad de nada y el buen talante de aceptarla sin queja alguna.

El toreo es un arte misterioso, mitad vicio y mitad ballet. Es un mundo abigarrado, caricaturesco, vivísimo y entrañable el que vivimos los que, un día soñamos con ser toreros.

La muerte es dulce; pero su antesala, cruel.

En ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano.

Pensar en viejo me abruma y, sin embargo, pensar en joven, en sano y arrogante joven, me parece tan insípido...

A siete años de un suceso, el suceso ya es otro.

Para escribir sólo hay que tener algo que decir.

Cuando las deudas no se pagan porque no se puede, lo mejor es no hablar de ellas y barajar.

Si el escritor no se siente capaz de dejarse morir de hambre, debe cambiar de oficio. La verdad del escritor no coincide con la verdad de quienes reparten el oro.

La muerte es algo tan tremendamente airado, que sólo la desnudez, la elemental desnudez, puede escindirla del ridículo.

Estas páginas accesorias con las que suele ser costumbre presentar las nuevas salidas de los libros, se agostan sobre la marcha y con ellas no valen vitaminas, ni testovirones, ni paños calientes.

¿Para qué es oro el tiempo más que para verlo pasar acariciándolo?

La muerte es una amarga pirueta de la que no guardan recuerdo los muertos, sino los vivos.

Hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen.

La Historia nos enseña dos cosas: que jamás los poderosos coincidieron con los mejores, y que jamás la política fue tejida por los políticos.

La verdad del escritor no coincide con la verdad de quienes reparten el oro.

En España, el que resiste, gana.

Los corazones no duelen y pueden sufrir, hora tras hora, hasta toda una vida, sin que nadie sepamos nunca, demasiado a ciencia cierta, qué es lo que pasa.