Cicerón

(106 AC-43 AC) Marco Tulio Cicerón. Escritor, orador y político romano.

Frases célebres

El egoísta se ama a sí mismo sin rivales.

A pesar de que ya soy mayor, sigo aprendiendo de mis discípulos.

Los hombres sabios nos han enseñado que no sólo hay que elegir entre los males el menor, sino también sacar de ellos todo el bien que puedan contener.

Donde quiera que se esté bien, allí está la patria.

Es bueno acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha.

No hay cosa que los humanos traten de conservar tanto, ni que administren tan mal, como su propia vida.

Cuanto más altos estamos, más debemos bajarnos hacia nuestros inferiores.

Cuando los tambores hablan, las leyes callan.

No hay absurdo que no haya pasado por la cabeza de algún filósofo.

Si las leyes fueran constituidas por los hombres, o por las sentencias de los jueces, serían derechos matar, robar, adulterar, etcétera.

Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras.

Por conservar la libertad, la muerte, que es el último de los males, no debe temerse.

No solamente es ciega la fortuna, sino que de ordinario vuelve también ciegos a aquellos a quienes acaricia.

No entiendo por qué el que es dichoso busca mayor felicidad.

Mis libros siempre están a mi disposición, nunca están ocupados.

Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.

El tiempo es una cierta parte de la eternidad.

¡Oh, dulce nombre de la libertad!

La evidencia es la más decisiva demostración.

La naturaleza quiere que la amistad sea auxiliadora de virtudes, mas no compañera de vicios.

Seamos esclavos de las leyes, para poder ser libres.

La salud del pueblo está en la supremacía de la ley.

La honradez es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho.

Es propio de los necios ver los vicios ajenos y olvidar los propios.