Gustave Flaubert

(1821-1880) Escritor francés.

Frases célebres

Un corazón es una riqueza que no se vende ni se compra, pero que se regala.

A un alma se le mide por la amplitud de sus deseos, del mismo modo que se juzga de antemano una catedral por la altura de sus torres.

El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente.

Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la primera, estáis perdidos.

Cuidado con la tristeza. Es un vicio.

Hay que esperar cuando se está desesperado, y andar cuando se espera.

Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda.

Ten cuidado con tus sueños: son la sirena de las almas. Ella canta. Nos llama. La seguimos y jamás retornamos.

La humanidad es como es. No se trata de cambiarla, sino de conocerla.

Creo que sí mirásemos siempre al cielo acabaríamos por tener alas.

La necesidad es un obstáculo indestructible; todo lo que sobre ella se lanza se estrella.

¡Hay tantas maneras de leer, y hace falta tanto talento para leer bien!.

La manera más profunda de sentir una cosa es sufrir por ella.

No le demos al mundo armas contra nosotros, porque las utilizará.

Amad el arte, entre todas las mentiras es la menos mentirosa.

Cuando llegamos a viejos los pequeños hábitos se vuelven grandes tiranías.

La felicidad es una cosa monstruosa. Quienes la buscan encuentran su castigo.

La patria, posiblemente, es como la familia, sólo sentimos su valor cuando la perdemos.

A los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos.

El corazón es una tierra que cada pasión conmueve, remueve y trabaja sobre las ruinas de las demás.

La añoranza se asfixió bajo el hábito.

La melancolía es un recuerdo que se ignora.

No lean, como hacen los niños, para divertirse o, como los ambiciosos, para instruirse. No, lean para vivir.

Lo mejor de la vida se pasa diciendo "es demasiado pronto", y después es "demasiado tarde".