Arturo Graf

(1848-1913) Escritor y poeta italiano.

Frases célebres

La vida es un negocio en el que no se obtiene una ganancia que no vaya acompañada de una pérdida.

Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?

El amor es como el agua, si algo no lo agita, se echa a perder.

El hombre comienza en realidad a ser viejo cuando cesa de ser educable.

La fuerza es confiada por naturaleza. No existe un signo más patente de debilidad que desconfiar instintivamente de todo y de todos.

El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan.

El que posee un amigo verdadero puede decir que posee dos almas.

La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto.

Las grandes elevaciones del alma no son posibles sinó en la soledad y en el silencio.

La existencia es un viaje en el que no existen los caminos llanos: todo son subidas o bajadas.

El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra.

Escuchad el consejo del que mucho sabe; pero sobre todo escuchad el consejo de quien mucho os ama.

Bien poco enseñó la vida a quien no le enseñó a soportar el dolor.

Hombre fácil a la adulación es hombre indefenso.

No es filósofo quien teniendo una filosofía en la cabeza no la tiene además en el corazón.

La violencia no es sino una expresión del miedo.

La civilización es una terrible planta que no vegeta y no florece si no es regada de lágrimas y de sangre.

El hombre malo puede decantarse a veces hacia el lado de la razón; pero le resulta casi imposible no hacer cuanto conviene para inclinarse a la maldad.

Poquísimos son los hombres que sepan tolerar en los demás sus propios defectos.

Para sentirse, no diremos seguros, pero animados y tranquilos a lo largo de la vida, hay que desear poco y esperar todavía menos.

El que en un arte ha llegado a maestro puede prescindir de las reglas.

No tardará en transigir con el fin quien está dispuesto a transigir con los medios.

Más instructivos son los errores de las grandes inteligencias que las verdades de los ingenios mediocres.

La religión debería servir más para dar ánimos a los buenos que para aterrorizar a los malos.