Thomas Jefferson

(1743-1826) Político Estadounidense.

Frases célebres

Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado.

No son las riquezas ni el esplendor, sino la tranquilidad y el trabajo, los que proporcionan la felicidad.

Estoy a favor de un gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo.

La vida carece de valor si no nos produce satisfacciones. Entre éstas, la más valiosa es la sociedad racional, que ilustra la mente, suaviza el temperamento, alegra el ánimo y promueve la salud.

No gastes tu dinero antes de ganarlo.

El más feliz es aquel de quien el mundo habla lo menos posible, sea en bien o sea en mal.

A dónde podrá ir el que hasta aquí llegó, si más allá sólo fueron los muertos.

El hombre que no teme a las verdades, nada debe temer a las mentiras.

Indudablemente nadie se ocupa de quien no se ocupa de nadie.

No hay talento más valioso que el de no usar dos palabras cuando basta una.

Una opinión equivocada puede ser tolerada donde la razón es libre de combatirla.

Nunca he podido concebir cómo un ser racional podría perseguir la felicidad ejerciendo el poder sobre otros.

Ningún gobierno puede sostenerse sin el principio del temor así como del deber. Los hombres buenos obedecerán a este último, pero los malos solamente al primero.

Toma las cosas por el lado bueno.

No es posible vivir sin libros.

No se debe ser demasiado severos con los errores del pueblo, sino tratar de eliminarlos por la educación.

Nadie abandona el cargo de presidente con el mismo prestigio y respeto que le llevó ahí.

El dinero y no la moral es el principio de las naciones fuertes.

El arte de la vida es el arte de evitar el dolor.

Verdaderamente tiemblo por mi patria cuando pienso que Dios existe.

Un poco de rebelión de vez en cuando es buena cosa.

El árbol de la libertad debe ser vigorizado de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos: es su fertilizante natural.

No puede esperarse que los hombres sean trasladados del despotismo a la libertad en un lecho de plumas.

Cuando alguien asume un cargo público debe considerarse a sí mismo como propiedad pública.