Jaime Luciano Balmes

(1810-1848) Filósofo y sacerdote español.

Frases célebres

Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables.

Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.

Me convencí de que dudar de todo es carecer de lo más preciso de la razón humana, que es el sentido común.

Voluntad firme no es lo mismo que voluntad enérgica y mucho menos que voluntad impetuosa.

La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de los que se digiere.

¡Ay de los pueblos gobernados por un Poder que ha de pensar en la conservación propia!

La razón es un monarca condenado a luchar de continuo con las pasiones sublevadas.

Terrible es el error cuando usurpa el nombre de la ciencia.

Se ha de leer mucho, pero no muchos libros; ésta es una regla excelente.

No es tolerante quien no tolera la intolerancia.

Sólo la inteligencia se examina a sí misma.

El trabajo es un título natural para la propiedad del fruto del mismo, y la legislación que no respete ese principio es intrínsecamente injusta.

No es muy dificil atacar las opiniones ajenas, pero sí el sustentar las propias: porque la razón humana es tan débil para edificar, como formidable ariete para destruir.

Ciertos hombres tienen el talento de ver mucho en todo. Pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay.

El pensar bien no le interesa solamente a los filósofos, sino a las personas más sencillas.

La pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es que no exige nada.

Los hombres capaces de alzar y llevar adelante una bandera son muy pocos.

El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a otros.

Los hombres grandes son sencillos, los mediocres ampulosos.

Cuando los abusos son grandes y arraigados, el empuje para arrancarlos ha de ser fuerte.