Platón

(427 AC-347 AC) Filósofo griego.

Frases célebres

La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.

La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.

Los amigos se convierten con frecuencia en ladrones de nuestro tiempo.

Debemos buscar para nuestros males otra causa que no sea Dios.

Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.

El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos.

La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos.

No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe.

Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo.

La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser.

Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia.

Lo que no sé, tampoco creo saberlo.

El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido.

No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad.

Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad.

Cuando una multitud ejerce la autoridad, es más cruel aún que los tiranos.

Son filósofos verdaderos aquellos a quienes gusta contemplar la verdad.

Al contacto del amor todo el mundo se vuelve poeta.

Cada lágrima enseña a los mortales una verdad.

El virtuoso se conforma con soñar lo que el pecador realiza en la vida.

La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan.

Donde reina el amor, sobran las leyes.

El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.

Todo lo que nace proviene necesariamente de una causa; pues sin causa nada puede tener origen.