Jacinto Benavente

(1866-1954) Dramaturgo español.

Frases célebres

La felicidad es mejor imaginarla que tenerla.

En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la victoria, se conoce al caballero.

Ningún vanidoso siente celos.

Es más fácil ser genial que tener sentido común.

Si la gente nos oyera los pensamientos, pocos escaparíamos de estar encerrados por locos.

Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor.

Nada prende tan pronto de unas almas en otras como esta simpatía de la risa.

En cada niño nace la humanidad.

Nada fortifica tanto las almas como el silencio; que es como una oración íntima en que ofrecemos a Dios nuestras tristezas.

La vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés.

El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo.

No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano.

No es humano el deber que por soñar con una humanidad perfecta es inexorable con los hombres.

Algunos escritores aumentan el número de lectores; otros sólo aumentan el número de libros.

Una cosa es continuar la historia y otra repetirla.

Poco bueno habrá hecho en su vida el que no sepa de ingratitudes.

Muchos creen que tener talento es una suerte; nadie que la suerte pueda ser cuestión de tener talento.

Una idea fija siempre parece una gran idea, no por ser grande, sino porque llena todo un cerebro.

Como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas.

El enemigo sólo empieza a ser temible cuando empieza a tener razón.

Los dictadores pueden reformar las leyes; pero no las costumbres.

El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.

El honor no se gana en un día para que en un día pueda perderse. Quien en una hora puede dejar de ser honrado, es que no lo fue nunca.

Mucha buena gente que sería incapaz de robarnos el dinero, nos roba sin escrúpulo alguno el tiempo que necesitamos para ganarlo.