Bertrand Russell

(1872-1970) Bertrand Arthur William Russell. Filósofo, matemático y escritor británico. Premio Nobel en Literatura en 1950.

Frases célebres

Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas.

En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras.

Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.

El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización.

El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos.

Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos.

La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable.

El sabio uso del ocio es un producto de la civilización y de la educación.

Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.

Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor.

Las matemáticas pueden ser definidas como aquel tema del cual no sabemos nunca lo que decimos ni si lo que decimos es verdadero.

Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible.

Las matemáticas poseen no sólo la verdad, sino cierta belleza suprema. Una belleza fría y austera, como la de una escultura.

No importa lo elocuente que ladre un perro; nunca podrá decirte que sus padres fueron pobres pero honestos.

Lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento sino la certidumbre.

Toda la actividad humana está motivada por el deseo o el impulso.

El que la ciencia pueda sobrevivir largamente depende de la psicología; es decir, depende de lo que los seres humanos deseen.

El hombre prudente sólo piensa en sus dificultades cuando ello tiene algún objeto. Cuando no, piensa en otra cosa.

¡Qué agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía y poesía griega, y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido conocimiento de la historia y de la novela moderna!

Me opongo a toda superstición, sea musulmana, cristiana, judía o budista.

Los más ilustrados de entre los griegos sostenían que la esclavitud era justificable siempre que los amos fueran griegos y los esclavos bárbaros, pero el caso opuesto era contrario a la naturaleza.

La conclusión es que sabemos muy poco y sin embargo es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía que un conocimiento tan pequeño pueda dar tanto poder.

La calumnia siempre es sencilla y verosímil.

Cuánto placer se obtiene del conocimiento inútil.