Proverbios

Que nadie le diga lo que tiene que hacer a alguien que ya ha decidido cuál debe ser su destino.

Cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre.

Todos los ríos van al mar, pero el mar no se desborda.

La escalera ha de barrerse empezando por arriba.

Dos perros pueden matar a un león.

La tinta más pobre de color vale más que la mejor memoria.

Los hijos, cuando son pequeños, entontecen a sus padres; cuando son mayores, los enloquecen.

Cada paso que da el zorro le acerca más a la peletería.

El que se pone de puntillas no puede sostenerse derecho.

Quien no sabe bailar dice que los tambores no valen para nada.

El hombre que hace su fortuna en un año debería ser ahorcado doce meses antes.

Con la primera copa el hombre bebe vino; con la segunda el vino bebe vino, y con la tercera, el vino bebe al hombre.

No hay medicina para el miedo.

Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto.

Al comprar una casa, piensa en el vecino que adquirirás con ella.

Para aprender a rezar no hay como viajar por mar.

Por el amor de una rosa el jardinero es servidor de mil espinas.

Más confío en el trabajo que en la suerte.

Contra más grande la cabeza, más grande la jaqueca.

Más vale una cabra que da leche que una vaca estéril.

Repara tu trineo en el verano, y tu carreta en el invierno.

Mira a las estrellas, pero no te olvides de encender la lumbre en el hogar.

Cuando tres marchan juntos, tiene que haber uno que mande.

Los perros que se pelean contra ellos, se unen contra los lobos.